Thursday, February 09, 2006

Comentarios Liberales (LII)

COMENTARIOS LIBERALES

Manuscritos todos

FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS

09/02/2006

Creo que si leo en la solapa de otra novela recién salida que el argumento se basa en el hallazgo de un manuscrito que revela, desvela, zambulle, sumerge, arroja u obliga al personaje a resolver el misterio de las pirámides, egipcias o mayas, del Santo Grial, de los Templarios, de los Iluminati o cualquier otra sociedad secretísima que tiene en sus manos los hilos del mundo pero que es tan imbécil de contarlo todo en un manuscrito y olvidarlo, me arrojaré sobre la novela y la destrozaré con mis propias manos. Pagaré encantado el librote y me daré el gusto de arrojarlo, convenientemente despedazado, a la papelera más mugrienta que encuentre. Pero qué manía con los manuscritos que muchas veces están escritos a máquina, o sea, que son mecanoscritos, como dijo el felizmente olvidado novelista catalán allá por los años 70. Qué pesadilla. Qué repetición estomagante. Qué horror tan horroroso. Qué plomazo editorial. Si cuando era adolescente y rompía a leer llego yo a saber que la novela de Potocki El manuscrito encontrado en Zaragoza iba a ser algo así como la base argumental de dos de cada tres novelas en el siglo XXI, no la empiezo siquiera.Sí, sí, ya sé que hay algunas novelas con el truco del manuscrito que están muy bien, pero esta moda del manuscritamen acabará volviéndolas a todas estomagantes, flatulentas, indigeribles.

El último manuscrito que a su vez desemboca en novela de intriga y misterio según los hodiernos cánones manuscriteros aparece en el cajón de una mesita auxiliar que el protagonista encuentra en un anticuario, atascado por completo con el original de una novela, que, como ustedes habrán adivinado, es la novela misma. Pero ya me dirán si cabe en la cabeza del más zote de los ministros que se olvide una novela nada menos que en el cajoncito de una mesita que atasca por completo y que el anticuario no tenga el detalle de curiosear la pieza, siquiera en el momento de venderla.Y antes de venderla, legarla o regalarla. ¡A buenas horas va a dejar un profesional del capricho añoso de hacerse con un manuscrito atascado en un cajón! Lo primero que pensaría es que puede ser una novela juvenil de Cebrián, incluso de Polanco. ¿Cuánto vale eso en el mercado negro para que no salga nunca al mercado? ¿Un millón de euros, 12, 112? Pues nada, ante la inadvertencia general, hete aquí a otro manuscrito dando a luz otra novela tan previsible como su excusa. Los amarillentos papelajos guardan siempre un «terrible secreto», de los papás del escriba hallador o de la madre de Tutankamon. Y ya con el secreto en manos de Gutenberg nos adentramos en la «increíble aventura», «pasmosa odisea», «escalofriante investigación» o «policiaco descenso a los infiernos».El caso es no salir del aspaviento y la conspiración. Malditos manuscritos. ¡Qué peste!

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