Monday, January 16, 2006

Comentarios Liberales (XXXIV)

Los separadores

FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS

16/01/2006

Con el blindaje de competencias del Estatuto frente a la Constitución, queda ya perfilado con atroz claridad el acuerdo del PRISOE con los separatistas catalanes. Y en el orden intelectual, tiene una ventaja. Hasta ahora, existía una banalidad convertida en latiguillo: la unidad y subsistencia de la nación española -decían- tenía dos enemigos: los separatistas y los que, por extremar su celo contra los separatistas, se convertían en «separadores».¿Y por qué eran separadores los que no querían la separación? Pues porque como seres mesetarios e inflexibles, centralistas burdos, castellanos incapaces de entender la rica diversidad de las Españas, no veían que lo único que latía en el fondo del fondo de las demandas naZionalistas no era el afán de independencia sino una sana descentralización político-administrativa que, una vez pactada, disiparía el separatismo. Y claro, como estos zotes de corral ni pactaban ni entendían nada, al final provocaban el separatismo que querían evitar. Nunca nos explicaron por qué un regionalista dejaba de serlo y se convertía en separatista si le llevaban la contraria. Lo lógico es insistir en lo que uno quiere y no en lo que uno no quiere. Nadie nos lo aclaró.Y tampoco por qué, si los naZionalistas no querían destruir España, proclamaban la necesidad última de fundar su propio Estado, proyecto incompatible con una pacífica reformulación del existente.

En realidad, esa bobada de los «separadores» es la prueba de una enfermedad grave, la deserción izquierdista de la idea de España, pero que se manifiesta de forma leve, como ocurrencia de casino o simple memez arrojadiza. La arrastramos, al menos, desde la II República y pese al decisivo fracaso que el Estatuto catalán supuso para aquel régimen, de nada ha servido el terrorífico obituario escrito por Azaña y compañía.

Que la culpa de la separación radique en los que no se quieren separar es una paradoja muy propia de izquierdistas y separatistas, seres angelicales que nunca son responsables de nada, y que hasta de destruir España, empresa a la que dedican todo su afán, le echan la culpa a Madrid. Sin embargo, la historia del último siglo y en especial la del régimen de 1978 prueba que los naZionalistas jamás se dan por satisfechos. Ni siquiera con la independencia, porque encima piden compensaciones «históricas» en tierras y dineros. Ante eso, lo coherente no es negociar el separatismo sino combatirlo.

Como decía Julián Marías, no se puede contentar a quienes no se quieren contentar. También pidió que le explicaran la diferencia entre nación y nacionalidad del Título VIII... y hasta hoy. A cambio, queda ya claro lo de separatistas y separadores. Separatistas son los de siempre: los naZionalistas. Separadores, los del PRISOE, que por seguir en el Poder y por odio a la Derecha, han pactado con los separatistas la liquidación de España. A la vista está.

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