Friday, December 23, 2005

Comentarios Liberales (XXVIII)

COMENTARIOS LIBERALES

Asnal seriedad

FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS

23/12/2005

Es verdad que carezco de la delicada sensibilidad centrista que detecta los excesos en la vida pública, en la que casi sólo veo defectos. También creo que una de las asignaturas esenciales de la democracia española es acabar con los complejos de la derecha arteramente explotados por la izquierda, que ha establecido en la práctica tres clases de ciudadanos: los de primera, que son los naZionalistas; los de segunda, que son los de izquierdas; y los de tercera, que son los de derechas. Si eres naZionalista y de izquierdas, como el tripartito catalán, eres muy capaz de expulsar de la democracia a la derecha, que eso y no otra cosa es el Pacto del Tinell. En fin, pertenezco a la pequeña tribu que piensa que desde la libertad de prensa casi absoluta al final de la Gloriosa al polanquismo de ahora, reino de la hipocresía y el montillazo, España ha perdido mucho. Por esas tres razones, amén de la fruición intelectual del rifirrafe dialéctico, me ha encantado el alfilerazo de Rajoy a ZP contestando lo del «patriotismo de hojalata» que le espetó el presidente. Hasta la metáfora hojalatera me ha gustado, y ya es raro que me guste algún producto de la bodega zapateril, pero lo de «bobo solemne» me ha parecido superlativo, categórico, impecable, implacable y elocuentísimo. O sea, bien.

Hace ya bastantes años, cuando Cebrián no dirigía la política española, es decir, su suicidio, sino que se limitaba a dirigir su periódico, renunció a las típicas inocentadas del 28 de diciembre. Hasta ahí, bien, porque allá cada cual. Pero como su carácter despótico no acepta que los demás tengan la misma libertad que él sino al contrario: que obedezcamos su capricho, publicó un severo editorial contra esa inofensiva y amable tradición, que, de creerle, era el resumen de nuestro secular atraso y nuestras feísimas costumbres.

El efecto de aquel editorial, que los sandios llamaron «europeísta», fue nulo en el comportamiento de la gente, que no cambió, pero aplastante en los demás medios, que estuvieron de acuerdo en dos cosas: que Janli se había creído Cebrián y que no tenía ningún sentido del humor. A mí me recordó esa fabulosa serie de los grabados de asnos de Goya, que en hábito de leer y de escribir anunciaban la intelectualidad progre de hoy y el advenimiento a la condición ministerial de no pocos analfabetos funcionales.Pero la sátira de Goya no iba contra la falta de instrucción, de la que el propio pintor era víctima, sino contra la seriedad impostada del farsante, eso que el genio popular bautizó como «la seriedad del burro». Porque el burro, cuando no es tierno como Platero, es serio como sólo los asnos pueden serlo. Y en eso se parecen a ciertos humanos que por ocupar un cargo se creen de condición distinta y, huelga decirlo, superior a la del resto. En España los políticos mandan demasiado, y nuestros leninistas «ingenieros de almas» aspiran a mandar no sólo en nuestros bolsillos sino en nuestras costumbres.

El humor, el sarcasmo y la sátira en política son excelentes antídotos contra esa asnal presunción.

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